Un día me di cuenta de cómo era el mundo: Terrible y hostíl.
Y me inventé un cuento.
Un día me preguntaron cómo era mi vida, y no fui capaz de responder.
Entonces, me inventé un cuento.

[ Distorsión de la realidad ]

Filed Under () by Rhea on domingo, 31 de agosto de 2008

¡Espera!
Los colores vuelven a confundirse, sólamente queda el negro y el blanco, y el blanco está empezando a desaparecer en la nada. ¡Júntate con el negro! ¡Dáme esa oportunidad! Chillo, pero ignora mis deseos, mis gritos se pierden en el tiempo y el blanco se marcha.
Negro me mira, triunfante, mientras esboza una sonrisa torcida y mareante.
"Parece que sólo quedamos tu y yo" Dice, mientras se acerca insinuante.
Yo le miro, claramente molesta y me aparto de él, pero no abandona su insistencia, y me sigue allá por donde voy. Corro, en el tiempo sin lugar ni lugar sin tiempo en el que me encuentro. Mis pies resuenan en el abismo vacío, sintiéndome perseguida por miles de fantasmas personales, decido parar en seco, agacharme, refugiarme en mi interior.
El suave balanceo que noto me estremece, pero me relaja. Mientras, murmuro sin cesar, palabras incoherentes.
"Aléjate, noche, tiempo, idas, venidas, llanto, ¡Vete!, rosa, fuego, paz, tortura, ¡¡VETE!!"
Entonces, advierto de unos brazos que me rodean. No puedo evitar dar un respingo asustado, y abrazarme más a mí misma.
"Oh, vamos, no llores... ahora nos tenemos los dos, el uno al otro". Se ríe, me zarandea, me abraza. Parece feliz. Juraría que es feliz... si no supiera que quien realmente és, es Odio.
"Negro, sé quien eres".
"Me alegro, no tendré que fingir más"
Intento levantarme, mirarle. Me molesta su risa, me crispa su mera presencia. Mi mano sale despedida, como su rostro, meta final. No impacta, una mano invisible la ha parado. No, no es invisible... es su mano. Rápida como el pensamiento, quien me ha apresado. De pronto, noto que me golpea. Caigo al suelo pero trato de incorporarme de nuevo, me és imposible. Odio vuelve a golpearme, y un fino hilillo de sangre sale por la comisura de mis labios mientras el pelo se eleva hacia un inexistente cielo. El golpe hace que mi cuerpo vuelva a elevarse, y caiga de nuevo sobre el frío suelo. Mi mente ha dejado mi cuerpo, y lo vé todo desde una perspectiva que no logro entender. Me veo a mí misma, golpeada una y otra vez, mientras no hago nada por remediarlo.
Negro se cansa, y me deja tranquila.
"Vamos, no es ni la ínfima parte de lo que te mereces"
"Lo sé" parece contestar mi cuerpo sin voz "Por eso no trato de evitarlo"
"¿Vas a dejar que te mate?"
"No"
"¿Entonces? ¡Resístete!"
"Me llegará el momento de luchar contra tí, cuando encuentre motivos por los que hacerlo"
"¿Te basta saber que Blanco volverá si lo haces?"
"No me mientas, estúpido"
"Yo solo quiero dañarte, y la mejor forma de hacerlo, es haciendo que te ilusiones. Así el golpe será más fuerte, más certero"
"Terminaré venciéndote"
Me tiende una mano, y yo, sin saber por qué, me siento arrastrada de nuevo a la cárcel de un cuerpo dolorido. Alzo la mía, con intención de cogerla. El tacto es aún más frío, aún más doloroso. Me aprieta la palma, y me vuelve a empujar, mientras se rie irónicamente.
"Haces bien en confiar en mí"
"No confío en tí, confío en mí"
Murmuro, mientras me preparo para el nuevo asalto.

El camino de la duda es mi destino,
vencer al odio, mi meta.
El dolor es mi montura,
soportarlo mi proeza.

by Rhea on sábado, 2 de agosto de 2008

Photobucket

Mizuki Dazai, personaje de Rol.

Gala coge la aguja, el hilo, la tela y el encaje. Gala lo coge todo, y se pone manos a la obra. No solo le sirve para tener algo nuevo que ponerse, también le sirve como una distracción. Sabe que haciéndo esto, va a tejer algo nuevo en su vida, algo nuevo, algo bueno o malo, no está segura. Pero sabe que lo hace, y por eso una media sonrisa asoma en sus labios. La sonrisa es fría, pero oculta todo el cariño que lleva dentro y no puede dar, porque en éste momento, Gala no está bien; está celosa.
Y como celosa, es fría, aunque se sienta mal.
A Galadriel no le gusta estar celosa pero no puede evitarlo. Intenta pensar en otra cosa, pero la aguja le pincha y suelta una maldición. Debería haberse puedo dedal, pero el dedal tampoco le gusta; le hace sentir segura.
A Galadriel la seguridad no termina de convencerla, al menos la seguridad convencional. Claro que le encanta sentirse segura con alguien. Sabe, por supuesto, que tiene que acatarlas si quiere seguir viviendo, de hecho lo hace, pero sólo la mínima parte de lo que debería.
Y eso le hace recordar todas las broncas por su poca preocupación.
Y hace que se sienta más celosa.
Galadriel recuerda los momentos inseguros en los que no salió bien parada; y no la preocupan. Lamenta tomárselo a la ligera, pero es algo que no puede evitar.
Vuelve a coger la aguja y la enebra. Quizá no lo esté haciéndo bien, pero no importa, no todo sale bien.
Si dá una puntada mal, tendrá que hacer y re-hacer, pero si la tela se dá de sí, lo único que la quedará por hacer será cortar y coger otro trozo nuevo.
¿Eso es lo que hay que hacer? ¿Cortar y coger un trozo nuevo?
Galadriel lo hace, porque está cansada de esperar.

Cansada de lo mismo.
Cansada de vivir sin ser.
Cansada de esperar callada.
Cansada de la rutina.

Esperando a que la saquen.