Un día me di cuenta de cómo era el mundo: Terrible y hostíl.
Y me inventé un cuento.
Un día me preguntaron cómo era mi vida, y no fui capaz de responder.
Entonces, me inventé un cuento.

[ Distorsión de la realidad ]

Noche.

Filed Under () by Rhea on sábado, 15 de noviembre de 2008

Ella...

La noche había caido hacía rato, y ella estaba sola en su habitación. Había roto algo preciado y su castigo no tardaría en alcanzarla. En caer sobre ella, como un manto pesado que la privase de oxígeno. Y en efecto, la puerta se abrió y la persona que entró por la puerta no dijo nada. Sencillamente, se acercó a las ventanas y bajó las persianas, sumiendo la habitación en oscuridad total.
Un leve sollozo comenzó a resonar en sus oidos, y miró a la pequeña que descansaba sobre la cama.
-No llores- le espetó.
Pero ella no podía parar, no en vano, aquella situación le producía pánico, pavor. En breves el silencio, la soledad la acogerian en su seno y la luz se apagaría... quizá para siempre... quizá no volviese a verla.
Y la persona salió de la pequeña habitación, dejandola sola una vez más.
Las sombras se colaban por los poros de su piel, alcanzando su corazón y oscureciéndolo. Empezó a temblar, y se levantó de la cama, ciega. Puso los desnudos pies en el suelo y quiso gritar pero posiblemente la castigasen más asique decidió callar.
No veía nada, no había nada que ver.
Sus pensamientos se agolpaban, mezclándose y formándose una única súplica: ¡Mamá!
Pero nadie acudía a socorrerla y empezaba a costarle respirar. Sus miedos tomaban forma y la atacaban desde todos los flancos posibles.
Entonces no pudo soportarlo más. Alzó las persianas y abrió la ventana. Se asomó a ella y gritó con todas sus fuerzas, mientras las lágrimas caían por sus mejillas, enrojeciendolas.
-¡¡PAPA!!
Y él se giró. La perra ladró... y pudo ver rabia, enfado en la mirada de él; cariño y comprensión en la de ella.
Se volvió, e inició la vuelta a casa.
La niña se retiró temblando de la ventana, a sabiendas de que habia vuelto a cometer otro error. Otro error fatal. Se sentó recta en la cama e intentó no llorar.
La puerta no tardó en abrirse, tanto la de su casa como la de su habitación. Él entró y la pequeña sitió un dolor ardiente en las mejillas, un impulso, y se encontró con la mejilla apoyada en la almohada.
Luego las persianas volvieron a bajarse. La oscuridad a tomar forma, y la persona a salir.
Otra vez estaba sola. Otra vez tenía miedo.
Pero no sería la última.

A veces el miedo pasado,
nos hace fuerte en el presente;
e invencibles en el fururo..

Pero hay miedos,
que siguen estando
bajo otras formas
y otros momentos.

Filed Under () by Rhea on viernes, 26 de septiembre de 2008

Akane...

No oye absolutamente nada, a pesar de que tiene los cinco sentidos puestos a su alrededor. Sin embargo, la fuerza arrolladora de sus pensamientos hace que cualquier otro estímulo quede sepultado bajo la intensidad del momento.

A su alrededor, ve como caen los pilares que sostienen su mundo. Su mundo, su ciudad, incluso a ella misma. El polvo se arremolina entre sus pies, alzando sus brazos para alcanzar su rostro. Pero ella cierra los ojos y se prepara para correr. Ya nada la ata a aquel lugar. Su cadena se ha roto, y con ella, las esperanzas de un futuro. Ya no queda nada para ella; ni siquiera puede esperar dolor. La oscuridad la ha pasado por alto y corre a buscar otras presas. Sus enemigos la han despreciado y han decidido que su vida no valía nada; ni siquiera acabar con ella. Sus aliados nunca lo fueron y ella está sola. No tiene lugar al que acudir y tampoco persona a la que recurrir. Sabe que puede viajar pero, desgraciadamente, no la aceptan en ningún otro lugar. Fue expulsada del paraíso y también del infierno. El mundo no la acoge y sus posibilidades escasean.

Alza la mirada al cielo y ve a la Luna. Ella la llama. Cree saber que su alma está allá arriba, lejos de la mirada de cualquier mortal. Asolada por un eterno viento inexistente. Guardada por un ser que nunca existió.

Puede refugiarse en el mundo de los sueños pero, desgraciadamente, ese don se le ha sido arrebatado. No puede dormir, no puede soñar. No descansa, no le hace falta. Su corazón está dejando de latir, segundo a segundo. Momento a momento.

Sus pies corren, dejando tras ellos unas huellas inútiles. Nadie va a seguirlas, porque nadie quiere saber de la existencia de Akane. Si la preguntasen, no sabría qué responder, tan solo... Sálvame.

Pero la salvación está reservada a aquellos que han sucumbido alguna vez. A la perfección se la tienen vedada.

Cae, Akane ha tropezado. Sus propias piernas han dejado de responderle. Araña el suelo con rabia contenida, sacrificando las lágrimas que le quedaban, en aquel momento impreciso. El pelo azulado le tapa la cara en un momento dado, impidiéndole la visión. No se movió, no podía acudir a ningún lugar. Sabe ciertamente, que no tiene un final; como tampoco tuvo un principio. Su existencia es una mera ilusión, creada por algún alquimista sin corazón. Y ahora ya nadie la ve, porque empieza a extinguirse. Sus manos adquieren un tono semitransparente. Se va, se va y no ha logrado encontrar a quien proteger, a quien amar. Se va y sabe que no ha servido de nada.

De pronto alza la vista. Alguien la está mirando. Es un pequeño gato, sentado en mitad de la multitud ensordecedora. Todo a su alrededor es Caos. La gente corre, la gente grita. El mundo está en silencio, pero todo cae. Y el gato está allí, mirándola. Se arrastra, arañándose las piernas, las manos. Los muslos empiezan a quedársele en carne viva. Pero no siente dolor porque un gato la está mirando. Sonríe. ¿Alguien se da cuenta de su existencia? ¿Por fin alguien ha logrado reparar en ella? Cuando llega a la altura del gato, éste se acerca. Le roza la mano con el morro. Está húmedo. Es real. Nota como unas lágrimas acuden a sus ojos pero no ruedan por sus mejillas, contra todo pronóstico se alzan al cielo. Alza la cabeza. El cielo se ha abierto, un oscuro vórtice está absorbiéndolo todo. Las rocas se alzan, las personas siguen corriendo. Buscan el Edén, un lugar donde estar a salvo. Un lugar seguro entre la destrucción. Quizá la destrucción en sí misma sea un lugar seguro piensa Akane. Ella no se hace daño, nada la toca. Solamente siente el dolor físico que se ha hecho reptando hacia el gato. Se incorpora lentamente, apartando la vista del cielo que ya no es cielo. El gato sigue mirándola. Se para a mirar los detalles. Es de color perla, tan suave y peludo... Alarga la mano con intención de tocarlo, y el gato se adelanta para dejarla hacer. Sonríe, está dichosa. Agarra al pequeño animal entre sus brazos, pero de pronto ve lo traspasa. Ya no puede tocarlo. Se está desvaneciendo.

El gato la mira de una forma que parece no comprender, pero ella sabe que él entiende qué está ocurriendo y la está hablando pero, desgraciadamente, poco a poco sus sentidos están dejando de funcionar. El gato mismo se está volviendo borroso.

—Oh, no...— Dice, apenas con un hilo de voz.

La gente a su alrededor ha desaparecido. Se nota volando, no huele nada. Solo escucha... Un mundo de tinieblas la rodea. El gato está allí, entre la oscuridad infinita. De pronto, un haz de luz la ilumina, cegándola. Levanta el brazo para cubrirse y se asombra al comprobar que en aquel lugar tiene un cuerpo material.

Se levanta. Está desnuda. Su cuerpo tiembla, pero no de frío. El gato ya no es un gato, ahora es una espada. Se acerca, tambaleándose. Parece que se ha olvidado de andar pero en realidad está confundida. Agarra el pomo de la espada. Está tibio... La alza. Acaricia su filo. Es tan brillante... La hoja es azul, tan azul como su cabello. El pomo es plateado, pero no tiene una forma definida. De hecho, parece que cambia, que no permanece... La hoja es larga y ella sonríe. ¿Que puede hacer en un lugar sombrío, sin nada ni nadie? Ah, aquel era su mundo. Acababa de materializarse. Pero ahora tenía algo. Tenía una espada.

Prueba, intenta segar su vida, pero no puede. La hoja pasa limpiamente a través de su cuerpo, pero no toca ningún órgano vital. Simplemente la ha traspasado... como tantas otras veces...

Mira a su alrededor y comienza a andar. Se abraza a sí misma, esperando el paso de la Eternidad.

Y allí descansó para siempre la Dama Invisible, la Maga Oscura y la Mujer Inmortal... Alejada de todo y todos. Porque ella era nada y lo era todo.

Filed Under () by Rhea on sábado, 13 de septiembre de 2008

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Helaine - D&D

El clangarconte, al ver que a su alrededor no quedaban más enemigos, voló hacia el mago de proa y con su trompeta lo lanzó volando por la borda, a tal distancia que no sabíais si seguía vivo o no, pero estabais seguros de que no iba a volver. Helaine se movió con agilidad para salir de entre sus rivales, pues sus fuerzas empezaban a decaer peligrosamente, asi que rodó sobre sí misma y lo consiguió, pero dejó atrás un mechón de pelo cortado por el guerrero de la pesada armadura, que flotó unos segundos en el viento antes de que los cabellos se separaran. Mientras tanto, el guerrero que había quedado solo tras que la pícara saliera corriendo decidió que era buen momento para capturar a otro, así que salió corriendo hacia proa y con una tremenda carga se echó al hombro al inmóvil clérigo y bajó por las escaleras opuestas hacia la puerta por la que había desaparecido el explorador, pero se dio cuenta demasiado tarde de que Mike estaba delante de la puerta y el tremendo puño del constructo le derribó dejándole inconsciente, cayendo el Baruc aún inmóvil a mitad de camino entre ambos. El guerrero del que acababa de escapar Helaine intentó perseguirla, pero la mano del mayor de los magos le detuvo, creó una especie de portal y los tres desaparecieron por él, cerrándose segundos después.

Aitrus siguió su camino por el exterior del barco, ajeno a todo lo que sucedía dentro de éste. Los dos magos situados en estribor apuntaron con sus varitas a la pelirroja, pero no consiguieron inmovilizarla.

Mike salió a toda prisa hacia delante, aplastando con su enorme mano al mago contra el mástil de la vela. Baruc seguía tumbado de costado mientras el mago de estribor, más joven y seguramente inexperto, lanzaba un proyectil mágico contra el constructo, siendo absorbido y para desgracia del mago devuelto, quedando este arrodillado sobre la cubierta a causa del conjuro. Esta situación la aprovechó Korhan para abalanzarse sobre él y con su montante rebanarle la cabeza, que rodó hacia un lado, cayendo el cuerpo inerte y empezando a llenar las tablas de sangre. El clangarconte miró a su alrededor desde proa y sobrevolando al paladín y golpeando con el espadón en el que había convertido su trompeta al joven mago que había apuntado con su varita a la pícara, para después girar sobre sí mismo y golpear al que se encontraba al otro lado.

Ambos recibieron dos profundos cortes en el pecho y cayeron al suelo. El clérigo recuperaba la movilidad, al igual que el bardo, que subía a la cubierta en el momento en el que el arconte acababa con la vida del último de los marineros y desaparecía en un nuevo estallido de humo y plumas.

Escrito por Caine, DungeonMaster.

Filed Under () by Rhea on domingo, 31 de agosto de 2008

¡Espera!
Los colores vuelven a confundirse, sólamente queda el negro y el blanco, y el blanco está empezando a desaparecer en la nada. ¡Júntate con el negro! ¡Dáme esa oportunidad! Chillo, pero ignora mis deseos, mis gritos se pierden en el tiempo y el blanco se marcha.
Negro me mira, triunfante, mientras esboza una sonrisa torcida y mareante.
"Parece que sólo quedamos tu y yo" Dice, mientras se acerca insinuante.
Yo le miro, claramente molesta y me aparto de él, pero no abandona su insistencia, y me sigue allá por donde voy. Corro, en el tiempo sin lugar ni lugar sin tiempo en el que me encuentro. Mis pies resuenan en el abismo vacío, sintiéndome perseguida por miles de fantasmas personales, decido parar en seco, agacharme, refugiarme en mi interior.
El suave balanceo que noto me estremece, pero me relaja. Mientras, murmuro sin cesar, palabras incoherentes.
"Aléjate, noche, tiempo, idas, venidas, llanto, ¡Vete!, rosa, fuego, paz, tortura, ¡¡VETE!!"
Entonces, advierto de unos brazos que me rodean. No puedo evitar dar un respingo asustado, y abrazarme más a mí misma.
"Oh, vamos, no llores... ahora nos tenemos los dos, el uno al otro". Se ríe, me zarandea, me abraza. Parece feliz. Juraría que es feliz... si no supiera que quien realmente és, es Odio.
"Negro, sé quien eres".
"Me alegro, no tendré que fingir más"
Intento levantarme, mirarle. Me molesta su risa, me crispa su mera presencia. Mi mano sale despedida, como su rostro, meta final. No impacta, una mano invisible la ha parado. No, no es invisible... es su mano. Rápida como el pensamiento, quien me ha apresado. De pronto, noto que me golpea. Caigo al suelo pero trato de incorporarme de nuevo, me és imposible. Odio vuelve a golpearme, y un fino hilillo de sangre sale por la comisura de mis labios mientras el pelo se eleva hacia un inexistente cielo. El golpe hace que mi cuerpo vuelva a elevarse, y caiga de nuevo sobre el frío suelo. Mi mente ha dejado mi cuerpo, y lo vé todo desde una perspectiva que no logro entender. Me veo a mí misma, golpeada una y otra vez, mientras no hago nada por remediarlo.
Negro se cansa, y me deja tranquila.
"Vamos, no es ni la ínfima parte de lo que te mereces"
"Lo sé" parece contestar mi cuerpo sin voz "Por eso no trato de evitarlo"
"¿Vas a dejar que te mate?"
"No"
"¿Entonces? ¡Resístete!"
"Me llegará el momento de luchar contra tí, cuando encuentre motivos por los que hacerlo"
"¿Te basta saber que Blanco volverá si lo haces?"
"No me mientas, estúpido"
"Yo solo quiero dañarte, y la mejor forma de hacerlo, es haciendo que te ilusiones. Así el golpe será más fuerte, más certero"
"Terminaré venciéndote"
Me tiende una mano, y yo, sin saber por qué, me siento arrastrada de nuevo a la cárcel de un cuerpo dolorido. Alzo la mía, con intención de cogerla. El tacto es aún más frío, aún más doloroso. Me aprieta la palma, y me vuelve a empujar, mientras se rie irónicamente.
"Haces bien en confiar en mí"
"No confío en tí, confío en mí"
Murmuro, mientras me preparo para el nuevo asalto.

El camino de la duda es mi destino,
vencer al odio, mi meta.
El dolor es mi montura,
soportarlo mi proeza.

by Rhea on sábado, 2 de agosto de 2008

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Mizuki Dazai, personaje de Rol.

Gala coge la aguja, el hilo, la tela y el encaje. Gala lo coge todo, y se pone manos a la obra. No solo le sirve para tener algo nuevo que ponerse, también le sirve como una distracción. Sabe que haciéndo esto, va a tejer algo nuevo en su vida, algo nuevo, algo bueno o malo, no está segura. Pero sabe que lo hace, y por eso una media sonrisa asoma en sus labios. La sonrisa es fría, pero oculta todo el cariño que lleva dentro y no puede dar, porque en éste momento, Gala no está bien; está celosa.
Y como celosa, es fría, aunque se sienta mal.
A Galadriel no le gusta estar celosa pero no puede evitarlo. Intenta pensar en otra cosa, pero la aguja le pincha y suelta una maldición. Debería haberse puedo dedal, pero el dedal tampoco le gusta; le hace sentir segura.
A Galadriel la seguridad no termina de convencerla, al menos la seguridad convencional. Claro que le encanta sentirse segura con alguien. Sabe, por supuesto, que tiene que acatarlas si quiere seguir viviendo, de hecho lo hace, pero sólo la mínima parte de lo que debería.
Y eso le hace recordar todas las broncas por su poca preocupación.
Y hace que se sienta más celosa.
Galadriel recuerda los momentos inseguros en los que no salió bien parada; y no la preocupan. Lamenta tomárselo a la ligera, pero es algo que no puede evitar.
Vuelve a coger la aguja y la enebra. Quizá no lo esté haciéndo bien, pero no importa, no todo sale bien.
Si dá una puntada mal, tendrá que hacer y re-hacer, pero si la tela se dá de sí, lo único que la quedará por hacer será cortar y coger otro trozo nuevo.
¿Eso es lo que hay que hacer? ¿Cortar y coger un trozo nuevo?
Galadriel lo hace, porque está cansada de esperar.

Cansada de lo mismo.
Cansada de vivir sin ser.
Cansada de esperar callada.
Cansada de la rutina.

Esperando a que la saquen.



by Rhea on miércoles, 30 de julio de 2008

Escucha, escucha, flor azul,
tienes que hablar y darme una respuesta.
El cielo y la tierra están en silencio.
Hay silencio en el mundo entero...

Flor azul, tú debes saberlo,
tú lo sabes y te acuerdas.
Háblame, susurra, respira,
dame tan sólo una señal...

En cuanto abrió la puerta, vió que la selandría había florecido. Tenía flores azules, grandes flores azules. Temblaban y se balanceaban, delicadamente en sus tallos mientras él cruzaba el cuarto. Cuando se paró delante de ella, las flores se quedaron quietas, sin moverse. Parecían escuchar atentamente y sin respirar cuando David se inclinó sobre ellas y tarareó la melodía que había escuchado en sueños.

-Los escarabajos vuelan al atardecer, 148.

by Rhea

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El cuento de la niña inmortal. El cuento de la dama triste. El cuento de la mujer presa.
El cuento que nunca acaba. El cuento que se alarga. El cuento infinito...
... Es aquel que nadie cuénta.
Si de contar cuentos se trata, el cuento que voy a contar, es un cuento contado a modo de historia. Un cuento que nadie cuénta por temor a contar algo indebido. El cuento que desea ser escuchado y recordado. ¡Un cuento que nadie jamás podrá contar!
Por eso no voy a contar su cuénto... porque su destino, es ese. Caer en el olvido de la memoria. Desaparecer con los primeros rayos del alba, con la última risa de una planta.

Sin embargo, dicen, allá lejos, muy lejos de aquí y de allí; pasando por esa estrella que oculta un Pais Eterno, pasando más allá del Planeta del Tesoro, también... Dicen allá, todavía más lejos, que un dragón es una niña. Una niña que concede la inmortalidad pero no la quiere.
Es una niña triste y sola, pero caprichosa y juguetona. Que mire y hiere, que abraza y mata.
La niña I, la llaman. La niña primera, la niña Inmortal... o, simplemente, Lago. Pero solamente hay una única persona capaz de llamarla por su verdadero nombre, y es aquel que lo conoce.
Pero conocer a la niña no es tarea fácil, ya que ella toma, pero no dá. Ella sabe pero finje no saber, ella quiere pero daña...
Y no hay nadie, nadie, capaz de sentarse junto a ella. Todos la temen... y eso hace que ella mísma se asuste.
Ella busca alguien valiente, alguien paciente. Que sea capaz de mirarla y decir: ¡Quédate a mi lado, Lago! Pero sabe que no llegará, porque nadie quiere a una niña solitaria y malvada.
¡Ah, la pequeña es mala!

Ella teme.
Ella quiere.
Ella ama,
pero no habla.

Ella sabe.
Ella anhela
Ella espera,
pero no hay nadie
que acuda a verla.

by Rhea on miércoles, 23 de julio de 2008

Hoy el mundo a caido.
Hoy a muerto la música.
Hoy se a acabado una parte de mí, pero también de tí.
Desde hoy, el futuro es incierto.
Hoy todo a cambiado.
Hoy a sido un día clave
Y tú lo has desperdiciado.

... Y es aqui donde, al final, tomamos direcciones diferentes. Los caballos reventaron hace tiempo, pero hemos seguido caminando a pie. Vacilantes, heridos, orgullosos. Demostranto una fortaleza que no poseemos o al menos soy yo la que no la posee. No lo parece, ¿eh? La respuesta la encuentras en ésta aclaración: No demuestro nada. A ti ya no. No puedo hacerlo, has hecho que no lo hiciera.
El sonido es amable, pero el significado es hiriente.
El silencio habla y las palabras callan.

La flecha apunta hacia tu derecha, pero mi flecha apunta hacia la izquierda, también tuya. Vamos, decide. Díme por dónde e de ir. ¿Quíeres que te acompañe?
En tus ojos brilla algo, pero señalas la izquierda mientras te pierdes por la bruma de el camino opuesto.
Te alejas. Te vas. Sabes por dónde caminas, por supuesto, tú nunca te pierdes, no lo permitirías... Pero has hecho precisamente lo que yo más quiero. Me has dejado olvidada, lejos, perdida... ¿Para que pueda encontrarme? ¿Encontrarte?
Pero hay algo que no te he dicho...

Me dá miedo.


La lluvia acude a saludarla, mojando su vestido oscuro y volviéndolo pesado. La tierra tira de ella e intenta hacerla caer. Se dá cuenta que la tierra no es la responsable, sino ella misma. Sus pies se han vuelto perezosos y lentos; patosos. El mundo pierde su color, el rojo se apaga con la pasión; el amarillo se vuelve gris y la luz, tinieblas; el violeta escapa de los pinceles para mezclarse con esta lluvia que cae, bajando a las alcantarillas y desapareciendo de cualquier vista mortal; el azul se quiebra y el mar pierde su hermosura ergo, el cielo deja ver las estrellas pero éstas también desaparecen; el naranja ha decidido que no quiere vivir sin su hermano el rojo y su novio el amarillo y decide morir; el azul oscuro se a enamorado de el negro y ha desaparecido sin dejar rastro; pero lo que es peor... el verde se ha fugado, y la esperanza se ha perdido.

¡Dama, mi dama! No corrais
permitidme acompañaros
o caeros vais.

by Rhea



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¿Estas temblando tú o soy yo?
Me noto firme, con los pies en el suelo, rodeándote con mis brazos, pero segura. Quizá el corazón me lata demasiado fuerte, está chocando contra mi pecho, supongo que eso lo notamos los dos... pero el tuyo también está latiendo deprisa y con insistencia. Qué agradable es saberlo, pero yo sigo notando ese temblor. Si, eres tú, estás temblando...
¿És por el momento? ¿És porque, al fin, estoy contigo? ¿O simplemente esque tu posición hace que tiembles? Claro, tu posición no es comprometida, me estás abrazando como yo a tí pero quizá tus piernas... No, tus piernas están bien sujetas. Sé que vas a achacarlo a tu pose, asique no voy a preguntarte.
El abrazo a terminado, pero yo todavía siento tu calor. ¿Como lo has hecho? ¡Y pensar que todo a cambiado tanto! Te admiro, a tí y a tu fuerza de voluntad. Eres increíble, ¿Lo sabías?
De mi boca no, tampoco vas saberlo, al menos por ahora... ¡Ah, la sonrisa! ¡Me sonries! Me encanta. También estaré sonriendo, como una boba pero no puedo evitarlo. Perdoname por este momento tan ridículo, pero ha pasado tanto tiempo... Y nos ponemos en marcha. Seguramente esté hablando, pero no me escucho, las palabras han dejado de tener sentido, como todo y todos. ¿Sabes qué? Que no siento nada a mi alrededor. Todo a desaparecido... solamente estás tu, con tu sudadera blanca y tu mochila. Tu y tus ojos oscuros. Tu y yu pelo rebelde. Tú y la sonrisa que me regalas y no merezco.
Las direcciones pierden su lógica y mi norte solo apunta hacia un lugar que cambia segun te mueves. La gente pasa, pero no la veo. Los ruidos se alzan, pero no los escucho. Tu voz resuena en mi cabeza, haciéndo que mi cuerpo se estremezca.
Y no lo entiendo. ¿Cómo hemos llegado a ésto? La culpa es mia, pero también tú tienes tu parte. Has hecho que me pierda y no sea capaz de encontrarme. Una vez te dije:
-¡Perdámonos!
-No.
-¿Por qué no? A mi me encanta perderme, para después encontrarme...
-No vamos a perdernos, cielo.
Pero nos hemos perdido... claro que esa es otra historia. Ahora estoy hablando del antes, y el antes parece tan lejos... sin embargo, las sensaciones aún están aqui. conmigo. Me hacen pensar; que no te entiendo.
Y tu voz me estremece. Puedo escucharte horas, sin entender nada pero sabiéndolo todo. Sin embargo, me pone nerviosa que me mires de esa forma. No lo hagas, me da miedo... No miedo a tí, sino a mí. Miedo a que se duplique. Miedo a que no pueda pensar por mí misma, libre de cualquier atadura... aunque creo que ya es tarde, ¿No? Me has mirado de esa forma y me duele. Déjalo, no quiero seguir así. Levántate, se hace tarde... Si, te levantas y sigues jugando. Odio que lo hagas, para. No sigas, no me acaricies más. No de momento, no hasta que no sepa qué va a pasar.
No lo voy a saber nunca, tampoco tú, pero sé que si tu sintieses de otra manera, te dejaría hacer. En el fondo lo hago, por eso te dejo, porque no puedo resistirme. Y vuelves a abrazarme, y noto tu vacilación. Me estrechas contra tí para luego separarme, vuelves a hacerlo. ¿Por qué?.

No sé como hemos llegado a esto, cariño.
No sé como va a seguir esto, cielo.
No sé como voy a actuar apartir de ahora, amor.
Pero sé una cosa.


Yo te aborrecía.

by Rhea on miércoles, 21 de mayo de 2008

Que raro es el mundo en el que vivimos. Desborda realidad, humo y prisa. Yo quiero el otro, ese en el que solo existe la fantasía y la magia.
Es posible, muy posible. Mirame porque aqui tienes la prueba. Que estoy hecha de fantasías, de sueños e ilusiones. Por eso no me gusta vivir aqui, porque aqui nada se hace realidad. Y solo me queda imaginar...

Pero yo quiero vivir