Un día me di cuenta de cómo era el mundo: Terrible y hostíl.
Y me inventé un cuento.
Un día me preguntaron cómo era mi vida, y no fui capaz de responder.
Entonces, me inventé un cuento.

[ Distorsión de la realidad ]

Filed Under () by Rhea on sábado, 13 de septiembre de 2008

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Helaine - D&D

El clangarconte, al ver que a su alrededor no quedaban más enemigos, voló hacia el mago de proa y con su trompeta lo lanzó volando por la borda, a tal distancia que no sabíais si seguía vivo o no, pero estabais seguros de que no iba a volver. Helaine se movió con agilidad para salir de entre sus rivales, pues sus fuerzas empezaban a decaer peligrosamente, asi que rodó sobre sí misma y lo consiguió, pero dejó atrás un mechón de pelo cortado por el guerrero de la pesada armadura, que flotó unos segundos en el viento antes de que los cabellos se separaran. Mientras tanto, el guerrero que había quedado solo tras que la pícara saliera corriendo decidió que era buen momento para capturar a otro, así que salió corriendo hacia proa y con una tremenda carga se echó al hombro al inmóvil clérigo y bajó por las escaleras opuestas hacia la puerta por la que había desaparecido el explorador, pero se dio cuenta demasiado tarde de que Mike estaba delante de la puerta y el tremendo puño del constructo le derribó dejándole inconsciente, cayendo el Baruc aún inmóvil a mitad de camino entre ambos. El guerrero del que acababa de escapar Helaine intentó perseguirla, pero la mano del mayor de los magos le detuvo, creó una especie de portal y los tres desaparecieron por él, cerrándose segundos después.

Aitrus siguió su camino por el exterior del barco, ajeno a todo lo que sucedía dentro de éste. Los dos magos situados en estribor apuntaron con sus varitas a la pelirroja, pero no consiguieron inmovilizarla.

Mike salió a toda prisa hacia delante, aplastando con su enorme mano al mago contra el mástil de la vela. Baruc seguía tumbado de costado mientras el mago de estribor, más joven y seguramente inexperto, lanzaba un proyectil mágico contra el constructo, siendo absorbido y para desgracia del mago devuelto, quedando este arrodillado sobre la cubierta a causa del conjuro. Esta situación la aprovechó Korhan para abalanzarse sobre él y con su montante rebanarle la cabeza, que rodó hacia un lado, cayendo el cuerpo inerte y empezando a llenar las tablas de sangre. El clangarconte miró a su alrededor desde proa y sobrevolando al paladín y golpeando con el espadón en el que había convertido su trompeta al joven mago que había apuntado con su varita a la pícara, para después girar sobre sí mismo y golpear al que se encontraba al otro lado.

Ambos recibieron dos profundos cortes en el pecho y cayeron al suelo. El clérigo recuperaba la movilidad, al igual que el bardo, que subía a la cubierta en el momento en el que el arconte acababa con la vida del último de los marineros y desaparecía en un nuevo estallido de humo y plumas.

Escrito por Caine, DungeonMaster.

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