Un día me di cuenta de cómo era el mundo: Terrible y hostíl.
Y me inventé un cuento.
Un día me preguntaron cómo era mi vida, y no fui capaz de responder.
Entonces, me inventé un cuento.

[ Distorsión de la realidad ]

Aurora Boreal: Parte IV

by Rhea on viernes, 18 de septiembre de 2009

—Una foto—comentó él, como si aquello fuese lo más normal del mundo.
—¿Para qué quieres una jodida foto?—contesté, todavía irritada. Poco a poco, me iba acostumbrando a la oscuridad y una silueta oscura apareció delante de mí.
—¿Vas a seguir haciendo preguntas?
—¿Vas a seguir sin contestarlas?
—Ya veo—dijo, mientras oí sonido de pasos. Por un momento temí que se hubiese ido, y aquella punzada de temor hizo que mi cuerpo reaccionase por mí.
—Eh, ¿A dónde vas?
—Espero que sepas hablar. Tanta pregunta me está haciendo perder el interés…
—¿Interés por qué?—al segundo, me arrepentí de mis palabras. Me tapé la boca, como una niña pequeña cuando la pillan en falta. Sonreí de nuevo en la oscuridad, por aquel juego tan banal y surrealista—. Sé hablar, cuando no me ciegan con un flash… Las luces fuertes atontan.
Él se rió.
—Tú sí que eres una luz fuerte, pero tonta.
—Espero que no siempre seas tan mordaz, o nuestra relación no va por buen camino.
—¿Relación? Ah… perdona, hacer una foto no me vincula a nada. ¿Acaso quieres tener una relación conmigo?
—Ahora eres tú quien pregunta.
—Nunca podré preguntar tanto como lo haces tu…
Los pasos seguían alejándose, y las respuestas rápidas y pícaras de aquel hombre con aroma a promesa, tiró de mi como un amo puede tirar de la correa de su perro. De una correa invisible, que había atado a mi cintura cuando apretó el botón de la cámara. Y yo quedé retratada en aquel instante. Nuestros pasos nos llevaron hasta la fuente, hasta una zona de luz clara, hasta un momento de frío deseo.
Al principio, solo vi su espalda y su culo moviéndose delante de mí. Me mordí el labio, divertida, pero no asombrada. No de momento.
Llevaba una chaqueta de cuero negro, y unos vaqueros oscuros ligeramente ajustados. Y el pelo le caía por detrás, desordenado, con cierta melena. Cuando empecé a divagar sobre como sería su cara, él se giró, y aquella apariencia de marioneta italiana me golpeó de lleno. Mis pasos se detuvieron, y mi mente se rebeló, en alguna parte del subconsciente, contra aquella sorpresa tan hiriente en el orgullo. Con una media sonrisa.
—Joder, que sexy—comentó él, mirándome con intensidad y esbozando una media sonrisa parecida a la mía, o al menos, juguetona.
Intenté entonces, tomar mi rol de female fatale, cosa que no se me daba nada mal cuando llegaba a necesitarlo de verdad. Aquel era un momento de necesidad, y sin embargo, no conseguía sacarla de mi interior. Jodida Alexandra.
Opté entonces, por acercarme a la fuente. Me senté en el borde, mientras le miraba de reojo para sacar más conclusiones. Tendría mi edad, quizá un par de años más. Y sus ojos verdes me taladraron.
—Ya, lo sé. Veo que por fin has dicho algo coherente en esta conversación. Bueno no, al principio dijiste otra cosa.
—¿Qué eres preguntona?
—Preciosa—contesté, con alevosía.
Le miré de reojo y vi que guardaba su cámara réflex en una especie de mochila que traía consigo, sin embargo cambió de opinión y se acercó con una determinación inquebrantable hacia mí. No me dio tiempo a extender la mano cuando él ya posaba sus labios en mi mejilla y disparaba de nuevo.
Aquella noche, en aquellos momentos donde mi vida estaba siendo inmortalizada en la cámara de un total desconocido, donde mi piel había osado tocarse con la de un hombre cualquiera, con aspecto de ángel de miguel ángel, donde mi alma quería reír, divertida por los momentos compartidos y porque sabía, de algún modo, que aquel chico no quería tener mi cuerpo, si no solo mi imagen y mi alma… Aquella noche, supe que había encontrado a mi media persona en el mundo. Y lo mejor, es que no lo amaría ni esa noche, ni ninguna otra.
Porque mi amor no estaba reservado para mi fotógrafo de mentiras y banalidades, a pesar de que fuese más tarde lo más importante en mi mundo.
Pero eso es adelantarse bastante a la historia, y yo en aquel momento, supe que había dado con aquella falla en la realidad.
Que dos seres sobrenaturales se habían encontrado, chocado y mirado. Y ya nada, nada para muchas personas, volvería a ser lo mismo.

Comments:

No Comments posted for Aurora Boreal: Parte IV