KARI, la octava niña elegida

No me voy a llamar estúpida ni esa serie de cosas que todos hacemos cuando nos pasa algo determinado en nuestra vida. No me voy a poner a desproticar contra mí misma y a echarme la culpa, pese a que la tenga. No voy a hacer nada de eso, simplemente, voy a sentarme en uno de esos bancos de la colina, viendo el atardecer de mi vida y viendo como cada paloma que representaba una persona importante en mi vida, se marcha, alzando el vuelo, en un momento que a todos nos encantaría inmortalizar con nuestra super cámara pero que luego cuando lo intentas no te queda como tu esperabas. Claro, son sentimientos, ¿acaso pensabas que una aparato electrónico y sin eso que llamamos alma iba a poder verlo? Y ves el momento como alguien objetivo lo haría. Carente de emoción. Tres eran, tres son las que están demasiado lejos. Donde ya ni llega mi voz. Lo peor es que ni siquiera estoy gritando. Ni hablando. Quizá solo mirando.
Sería repetitivo decir que ya me cansé, porque todos nos cansamos. Y odio las cosas repetitivas, pero he aprendido que a veces se va contra uno mismo y se tiene que aceptar cosas que no quisiera. Imagino que es una de ellas. Que ya me cansé. Quién sabe.
En poco tiempo los Pilares de la Tierra se han ido cayendo (que dramatismo dirán algunos, pero no me importa, es lo que siento y no voy a cortarme en describirlo). Primero el que sujetaba la parte central, aunque ese ya se tambaleaba. El más firme, en el que me apoyaba. Sin embargo, lo mío siempre ha sido la temerariedad y en vez de pararme y asegurar mi mundo reconstruyendo eso que me faltaba, eché a correr y seguía adelante con lo que me quedaba. Mis otras tres columnas, mis otros tres pilares. Si fué a base de martillazos, de que el material estuviese ahuecado y lleno de agujeritos o si el agua hizo mella en ellos y los hizo endebles, no lo sé. Sé que han empezado a caer y me faltan manos para sujetarlos.
Miento, no los sujeto. Quisiera, quisiera y tengo ganas de hacerlo, porque sé o pienso que de mí depende hacerlo. Siempre ha dependido de mí, pero esta vez quiero ver qué ocurre asique me coloco en el centro, sobre los escombros de mi pilar central. En el subsuelo, en la antesala de mi corazón.
¿Que creeis que pasará con la parte de arriba?
No tengo plazas para bachiller, paso la mayoría del tiempo con mi familia y el que no, suelo leer o jugar al Pokemon Platino yo sola. Cuando termine en Platino alomejor pienso en probar de nuevo con el Dragon Quest. O Final Fantasy X. Cuando termine de leer el libro que estoy leyendo, probaré con alguno de los que siguen esperando. Quizá Historias de Terramar, que llevo con ganas de él mucho tiempo. Entonces me largaré lejos de aqui, a otra tierra. A cualquiera. Y estaré dos dias viviendo en algo irreal, bañándome en la piscina de mis tios por la noche, mientras floto y veo el portal al pasado que es el cielo; mientras intento huir de un pequeño ser que trata de ahogarme. Quizá lo sencillo fuese dejarme caer hasta el fondo, pero no me dejaré nunca. No soy tan cobarde, prefiero huir de otra manera. Asique también está la parte de fingir que tengo una vida, ya sabes, eso de estar ocupada haciendo nada, quizá pintando, quizá escribiendo, quizá imaginando que tienes una relación que nunca lo será.
Ahora mismo me siento nihilista. Que no soy capaz de creer en nada. ¿De verdad quiero seguir viviendo así? Es cómodo el no hacer nada, no preocuparse por las relaciones, no sentir mas allá de tus propios pensamientos. Vivir en el seno de una familia que te quiere, que te compra chocolate, incluso un rosario. De una familia que te cuenta sus más profundos pecados y confían en que tu inocencia hará que no digas nada. Tampoco pensabas hacerlo, realmente. "Tu inocencia..." Mi familia es mi vida ahora. Todo lo demás, se está cayendo. Tengo un suelo donde caminar, pero no un mundo que admirar.